Porque no quiere el viento
Amig@s,vuelvo de nuevo a Jesús Quintero.Me encuentro esta semana una reflexión, que siempre he compartido,así que aquí os la haga llegar:
"Puedes pasarte la vida haciendo planes, si eso te entretiene.
Puedes pensar lo que vas a ser de mayor, decidir tu futuro dentro de veinte años,
soñar con lo que harás cuando te jubiles y tengas todo el tiempo para ti.
Puedes planificarlo todo, si te gustan los planes, pero no olvides lo que dijo John Lennon:
“La vida es aquello que te va sucediendo mientras tú te empeñas en hacer otros planes”."
Todavía me acuerdo de una amiga que tenía toda su vida planificada: a los 20, a los 30 a los 35 años.....etc...miro atrás y la veo ahora y lo que más asombro me produce es que su vida de momento, no se ha salido en exceso de su plan ¿qué pasó pues con la teoría de Lennon?
Es posible que esa teoría no sea aplicable a todas las vidas, en mi caso, lo único que puedo deciros es que siempre me he sentido más bien como esta golondrina:
"(...)la vida no es un bloc cuadriculado
sino una golondrina en movimiento
que no vuelve a los nidos del pasado
porque no quiere el viento,
porque no quiere el viento....(...)"
J.Sabina: "Jugar por jugar"
8 comentarios
troyana -
desde luego que nadie tendría que poner plazos ni tratar de trazar directrices en las vidas ajenas,al final siempre vamos a parar a lo mismo:la libertad del individu@ que ha de ser sagrada siempre y cuando no perjudique a terceros.
un abrazo!
Juan Cosaco -
Yo estoy contigo en que nadie te puede poner plazos, ni la familia, ni la sociedad ni el reloj; sólo cada uno debería orientar su presente hacia lo que desea.
Besos!
troyana -
Este post,como todos los de historias-troyanas,lo último que pretende es sentar cátedra sobre el asunto que trata.En este caso,mi posicionamiento sobre el hecho de planificar está ya manifiesto, y a partir de ahí,cada uno es libre de planificar por ejemplo los próximos 2 años con escuadra o cartabón,o echar a cara o cruz si toma el camino de la derecha o de la izquierda cada mañana o incluso volverse un nazi del encorsetamiento planificativo, porque para bien o para mal cada uno/a es dueño/a de su propio timón y cada uno avanza según su propia ley de ensayo-error.
besetes!
Juan Cosaco -
Pero bueno, que hacer planes no significa volverse unos nazis del encorsetamiento planificativo, chica! ;)
Lo mismo que vosotras no decidís a cara o cruz cada mañana si al salir de casa vais para la izquierda o para la derecha.
Besitos!!
troyana -
si no me crees,no me creas, pero planificar, lo justo, y menos a largo plazo...eso no tiene nada que ver con soñar o tener ilusiones o deseos,lo que procuro no hacer es poner plazo a los sueños o encorsetarlos en una rígida cuadrícula, porque prueba a fijar coordenadas y verás tú si la vida no varía tus estrategias y terminas por ser esa golondrina de "jugar por jugar", prueba y verás..y después si quieres te explico cómo acceder al club...
un abrazo gamberro!
Juan Cosaco -
Otra cosa es dar por seguro que los vas a conseguir, pero deseos, anhelos, sueños... ja! el club este que habéis montado ya me diréis si no tiene de esto! jaja
Besos!
troyana -
Un abrazo!
Antígona -
No voy a criticar, por supuesto, a quien se dedique a hacer planes y luego se empeñe en cumplirlos. Pero, personalmente, siempre he pensado que proyectarse demasiado hacia el futuro es una manera de matar el presente, de obviarlo, de ningunearlo. Y que, sin embargo, ese presente es lo único que realmente tenemos y a lo que nos podemos aferrar porque el futuro se nos puede escapar sin remedio, dios o el diablo no lo quieran, en el próximo instante.
Tal vez quien no planifica se arriesga a ir a la deriva, sin rumbo cierto ni horizonte a la vista. Pero toda planificación presupone en cierta medida el desconocimiento de que somos seres cambiantes, de que la realidad, tanto la que somos nosotros mismos como la que está más allá de nuestra piel, siempre nos sobrepasa con sus giros inesperados o con una complejidad que no estamos en disposición de anticipar.
Vamos, que no me gusta planificar y que prefiero tomarme la vida como esa golondrina de la que habla Sabina.
¡Un beso!