El secreto de sus ojos
Llevo dos días dándole vueltas a "El Secreto de sus ojos",imagino la palabra que más se ajusta a lo que sentí al verla es desazón,desazón por pensar que la trama puede estar perfectamente inspirada en una historia real.Es posible sea algo impresionable pero este último trabajo de Juan José Campanella me ha generado cierta inquietud y desasosiego.
La película cuenta la historia de Benjamín Espósito(magnífico Ricardo Darín),un agente judicial que trabaja en la ciudad de Buenos Aires y que a las puertas de la jubilación decide escribir una novela acerca de un caso policial que lo conmovió 30 años atrás.Se trata del asesinato no resuelto de una mujer joven hermosa y prácticamente recien casada,que fué aniquilada después de haber sido agredida sexualmente, y cuyo agresor nunca cumplió la condena que correspondía a su delito.Para Benjamín,y su compañero de trabajo,Sandoval la resolución de este caso se convertirá en una verdadera obsesión,una vuelta al pasado,en la que de forma paralela se reavivará la llama que en su día le despertó su superior directa,Irene(Soledad Villamil)quien casada ya y con hijos,ha claudicado de aquello que pudo haber sido en su día con Espósito y nunca fué.
La película que es una mezcla de géneros:drama,tragedia(incluso algún toque de humor trágico)thriller,cine negro y policial,es un ir y venir del presente al pasado,con recurrentes flash-backs que nos muestran cómo se llevó el caso del asesinato,cómo se llevaron a cabo las pesquisas,cómo también de manera paralela Benjamín callaba y reprimía su secreto amor por Irene,cómo salvaba una y otra vez de caer en un agujero sin retorno a su compañero de despacho,Sandoval(Guillermo Francella) y cómo veía estancarse y paralizarse para siempre la vida de un hombre jóven y enamorado que de pronto enviuda y se encuentra solo y desamparado,un también más que correcto Pablo Rago.
El secreto de sus ojos es una película en sí inquietante,sabiendo o intuyendo que la historia que nos cuenta(y no pienso desvelar el final espeluznante)es,en su contexto,o puede ser,tan real como la vida misma,que la condición humana es en sí compleja,oscura,capaz de albergar los sentimientos más loables y también los más deleznables.Y eso es lo que crea desazón,saber que un sistema social o político corrupto,sostenido por intereses contrapuestos,enfrenta al individuo al ansia de tomarse la justicia por su mano,y dar con sus propias manos al infractor el precio que considera proporcional al delito cometido.Desazón porque los ojos hablan por sí solos y a través de una mirada se dice todo: el amor no confeso y reprimido durante años,el deseo,la pasión no satisfecha,en este caso,se delata el horror.Y como no podía ser de otro modo,también los ojos delatan al amor quizá correspondido y jamás confesado,el de Benjamín e Irene,que no tomaron ese tren juntos hace 30 años y quíen sabe si están a tiempo todavía de iniciar lo que de más jóvenes no pudo ser, o no fué.
Os confieso que hacía años que una escena como la de Benjamín volviendo a la casa del viudo Morales, guiado por una intuición,no me producía tanta inquietud,así como la escena del ascensor cuando coinciden con el probado autor de los hechos libre,armado y a sabiendas que Benjamín e Irene han sido siempre una amenaza para él,ha conseguido dejarme casi sin respiración.
El final por otro lado,es tan sorprendente como redondo,digno también de cualquier drama en la España profunda de años atrás,lo que sí me atrevo a asegurar es que no deja indiferente y desde luego,ni el más avispado de los espectadores podría imaginar.